lunes, 6 de septiembre de 2010

De todo lo que hemos perdido


Salir a la calle y observar a la gente antes era un pasatiempo entretenido y agradable. Veías todo tipo de gente y realmente animaba. Siempre empezabas a pensar en qué tipo de vida llevará este, o de dónde vendrá aquel... cuando era pequeña me gustaba observar a las personas en la calle y me imaginaba unas vidas a veces realmente disparatadas. Pero ahora, no se si por la distinta forma de ver la vida que tengo o porque realmente es así, ya no es como antes.

Empezando porque veo a todo el mundo igual. Bajando por la Gran Vía de Madrid siempre he visto desde punks hasta pijos, pasando por muchos y extravagantes tipos de gente. Hace dos días solo ví un montón de tíos que se creen en Brooklyn y un montón de tías que se visten como les dicen en las revistas de moda. Y si encuentras a alguien un poco distinto, enseguida se distingue e incluso llama la atención, y eso es raro en una ciudad. De hecho, esta ha sido la primera vez que alguien me miraba de arriba abajo en el puñetero centro de la capital.

Y otra cosa que he notado, y quizás derive de esto anterior, es el ambiente tan chungo que hay. La gente no es feliz, ni es agradable, ni es educada, ni respetuosa... como que falta algo. No quiero ser borde y empezar con lo mismo pero no se... la gente está muy separada. Yo se que vivo en mi mundo de ilusión en el que todo el mundo quiere y respeta a todo el mundo y que la cosa no es así, pero de verdad que cada vez se ve más fácilmente el individualismo y también la falta de imaginación en las personas.

Dios, ¡cada vez somos más rebaño y menos humanos!

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